Graffiti quiteño: la Revolución de los Pétalos * (II Parte) Juan Carlos Morales Mejía
En esa batalla para ganar la cotidianidad se enfrentan los graffiteros armados de aerosol y poesía. Aunque, obviamente, hay graffitis que siguieron otras líneas la huella de Quito se forjó en lo poético, con un lenguaje -que al igual que los postulados contestatarios- subvirtieron el lenguaje: fueron una pedrada dada al descuido al transeúnte. Me parece que era su manera de instalar una Revolución de los Pétalos, aunque muchos nunca lo supieron. En un país donde solamente el uno por ciento de sus jóvenes leen, salir a escribir en las paredes era en sí un acto de sensibilidad. Fue entonces que los símbolos se cargaron de rupturas. Moreano señala: "El graffiti no es un medio de comunicación de masas, es el derecho de la subjetividad a exhibirse públicamente". Y así aparecieron: "Tengo una mujer atravesada en mi cerebro, quisiera escupirla pero tengo otra mujer atravesada en mi garganta" o "¿Te atreverías a saltar por el ojo de una aguja?". Estos códigos no estaban alejados de una actitud política, pero muchas veces desde la desesperanza: "Recordado país, ¿cómo era que te llamabas?" o "La sociedad construye abismos, hay niños vendiéndolos en la calle". Y en el fondo una marginalidad: "Hasta cuándo seremos los pacíficos dueños de tanto absurdo" o "La moral está por los suelos. Písala!". Y un desprecio a los políticos: "Las putas al poder sus hijos ya fallaron" o "Mi binomio son tus ojos". Dentro de esta actitud crítica los medios de comunicación también llevaron su parte: "Periodista: media vida habla lo que no sabe, media vida calla lo que sabe" o "Periodista quítale el condón a tu pluma". Tampoco el problema medioambiental quedó a un lado, pero con otra lectura: "Qué suerte que los ecologistas son biodegradables", "Fluye el petróleo_ sangra la selva" o "Quisiera ser ecologista en un bosque de mujeres". Pero ante todo la urbe, que ha crecido cuatro veces en menos de 25 años: "Quito: Patrimonio de la soledad", "Cómo gasto paredes recordándote", "Ciudad: entre el charco y la despedida", "La ciudad se derrumba y yo pintando", con bastante influencia de Silvio Rodríguez, que al igual que estos poetas tuvo una influencia fundamental de César Vallejo. Junto al canto existencial de "La vida empieza cuando los hijos se van y el perro se muere" o "Somos mártires de una causa perdida" está la urgencia: "Proletarios del mundo uníos. Ultima llamada" o "El Capitalismo vive porque los hombres han muerto" y la realidad: "Vivimos la resaca de una orgía que nunca participamos". Siempre, la cruda realidad: "Vendrá la Muerte y tendrá tus ojos" o "Cristo viene, compre su entrada". Pero siempre la poesía: "La Luna cayó en mi jardín, hoy solo cosecho manzanas de plata" o "Algún día los grillos espantarán trigales". Pero también: "No confíes en tu sombra porque puede ser el espía de tu subconsciente", encontrado en un bar. Armando Silva dice que "la inscripción urbana que llamamos graffiti corresponde a un mensaje o conjunto de mensajes, filtrados por la marginalidad, el anonimato y la espontaneidad y que en el expresar aquello que comunican violan una prohibición para el respectivo territorio social dentro del cual se manifiestan". 5 En esto de pervertir el orden se reconocen otros momentos: el graffiti de Mayo del 68, el del metro de Nueva York -donde Basquiat o Haring terminaron en las galerías de arte- el tercer movimiento que irrumpió en los 80`s en América Latina, en donde en algunas de sus ciudades primó, debido a su condición política, un graffiti más ideológico que expresivo. Todo esto sumado a un compendio de humorismo, a lado de máximas y refranes populares donde, como dice Silva, "es evidente que nuestro graffiti sigue el rico patrimonio hispanoamericano: crueldad, machismo, viveza, erotismo, juego con la muerte y una visión un tanto cínica y apocalíptica del futuro (_). Pero también hay que anotar que el uso de la imagen en el graffiti actual se debe a su misma evolución hacia posibilidades de expresión poética, e incluso al estímulo mismo de sectores artísticos que en distintos países han cobrado presencia sobre las mismas paredes de la ciudad". 6 Este denominado Tercer Momento llegó a Quito a inicios de los 80's, en los 90's lo que ya se intuía sucedió: el graffiti se jugó por la literatura. En un país donde precisamente la apertura a la nueva literatura no es usual los graffiteros convirtieron a la pared en su mejor imprenta y una manera de contar los propios temores de la urbe, esperanzas e incertidumbres, naufragios y traiciones, ternura y fantasmas, utopías y bastante soledad. Un tatuaje para comprender a esta ciudad de campanas y neón: un telón abierto sin ambages y donde la adrenalina se confunde con las vitrinas de oropel."Cuando pinto estoy profundamente conmovido, entro en un estado de trance. Día a día acumulo evidencias, resplandores, juegos de rayuela sin ficha, llega un punto en que todo se desborda en cinco o seis palabras, es cuando siento la necesidad de continuar el vértigo", dice un ser del nocturno azar. 7 "La ciudad estampida siempre deja una salida, balas perdidas rompiendo espejismos, cometas que huyen de invernaderos_ La aventura es interminable, la ciudad es un simple pretexto", dice un representante del triángulo (en Quito cerca de ocho grupos irrumpieron y dejaron su huella: un triángulo, una escalera, un reloj, la espada, una lágrima o dos K invertidas, entre otros). Y allí están sus postulados: para un integrante del ojo "A América Latina le hace falta un desgarramiento, un momento de hipersensibilidad para poder abandonar prácticas sociales totalmente destructivas". Para un representante del reloj pintar graffiti es como pintar a los amigos o como dice Eduardo Galeano: "uno escribe para los amigos que están lejos". Para un graffitero vinculado al triángulo, que habla de expandir los naufragios, "la vida está en el intento de despertar al resto, en el pretexto más tenaz para respirar y no sentir miedo". En cambio uno de S.O.S pecho "Los estremecimientos más hermosos se dan cuando vemos la inmensidad de nuestra colisión, cuando convertimos al horizonte en un inmenso juguete" 8 Alicia Ortega al referirse a lo que ha denominado graffiti bello dice: "podemos rastrear la construcción de un sujeto moral capaz de censurar a los demás ("Oye estúpido promedio, ¿porqué no te aflojas la corbata" o "Tu vida un océano de trivialidades") y de presentarse como compensador de males y como fundador de una "cofradía de justicieros" en la que la práctica letrada es un ejercicio de especulación de un orden nuevo". 9. Aunque advierte que hay reciclaje y discursos y viejas profecías (como, Dadme una pared y cambiaré el mundo) el graffiti de Quito -de la vertiente poética- muestra a jóvenes que inauguraron en las paredes una corriente literaria ecuatoriana, llena de imágenes y simbolismos. De hecho, muchos de ellos han continuado con su trabajo y, al momento, han publicado básicamente poemarios. Pero también está una filosofía, acaso más humanista, que no pudieron desprenderse de esas paredes. No fue, como se ha señalado, un literatura arcaizante, sino una situación de ruptura -en muchos casos- con la palabra sin renunciar a la filosofía contestataria. Aunque ese Tercer Momento tuvo también otras vertientes que podrían ser entendidas si se toma en cuenta que fueron una manera de aproximación literaria en una sociedad cargada de símbolos visuales con contenidos diferentes, rechazados por los graffiteros.
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