Sus inicios fueron ese mismo año del piropo, 1962, cuando se encontró frente a una publicidad de un asadero de aves, en Bogotá, donde fue a estudiar: "chica, llévame contigo que soy tu pollo". "Todo es fenomenología", sentencia mientras mira su colección de monedas, pegadas en la pared. Después señala que Dios es una creación individual, para asegurarse una salvación pero al estilo de: "Una vez toqué a Dios y me quemé los dedos". Y son los temas bíblicos entre los que prefiere: "Adán fue el único hombre que no tuvo suegra", "¿Si la chirimoya es más sabrosa por qué Adán prefirió la manzana?", "¿Qué sucedería si se descubriera que fue Adán el que ofreció la manzana a Eva?", "Entre Eva y la serpiente hubo el primer adulterio", "Entre Adán, Eva y la serpiente, la serpiente no perdió la libertad", "Lo primero que Eva se tapó fue los ojos. Adán se tapó los oídos", "Sin la manzana... pobre Eva", "Adán fue sietemesino", "Era un hombre más estúpido que Adán", "Adán fue la primera máquina de propulsión a chorro", "Cuando tosió Adán salió Eva; entonces perdió una costilla que le salió demasiado cara", "Adán fue un estúpido, prefirió morder la manzana y despreciar el seno", "Por simple coincidencia Adán besó a Eva, un primero de Mayo", "Adán fue el inventor de los confites en bolsa". Hace muchas campanadas que Guillermo Rosero habla, no solamente del Génesis, al frente el monte Imbabura se esconde en la bruma y mientras un tictac se acciona en su cerebro dice: "Qué inmenso ha de ser el reloj de Dios". |